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Dejamos la capital y su zona de influencia… y empezamos a descubrir nuevas caras de Turquía. Un trayecto de apenas 4 horas en bus desde Bursa hasta Çanakkale nos basta para darnos cuenta de que este increíble país tiene muchas caras, y sobretodo, muchas historias. La carretera discurre entre olivos y pastos, serpenteando a lo largo de la costa… una costa asiática que mira de frente a su hermana europea a pocos kilómetros de distancia.

El asfalto aparece y desaparece bajo nuestros pies… los pueblos, más cerca de ser aldeas que ciudades se salpican entre lo que ellos llaman autopista y el mar. Edificios altos, alejados los unos de los otros y alrededores sin urbanizar. Verde de nuevo. A lo lejos, una gasolinera anunciando sus ridículamente caros precios de la gasolina. Lucen nuevas y orgullosas. Al lado, un pequeño minaret llama mi atención… hay un espacio habilitado para rezar en el área de servicio.

Mezquitas nuevas… parece que llega antes la fe que la compañía eléctrica porque no se ven muchas farolas en las calles. Y es que dicen que Turquía se ha renovado en los últimos 15 años… que por fin tiene carreteras, transportes y servicios. Un progreso en forma de cartel de en obras cada pocos kilómetros.

El sol cayendo hace de la ruta un espectáculo fantástico y es que por fin huimos de la superpoblada zona del Bósforo para adentrarnos en la Turquía más antigua… aquella que atesora decenas de culturas y fue testigo de milenios de historias, leyendas y batallas. Nos vemos en Troya!