El mar negro… Ruta por Amasra – Ayancik – Sinop

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Dicen de mí las malas lenguas

que en mis entrañas no hay vida…

Ignorantes, les mueve la envidia,

pues demasiados seres me habitan.

De ahí mi negro color, no por mis aguas marchitas

Si no por la fuerza de mis embistes

Que liman la montaña más bravía

Ya quisiera algún Mare Nostrum

Tener mi furia y mi vida.

Aquella que intenta contenerme es devorada cada día,

Si de granito se cubre… de granito me alimento!

Voy a triturar mis laderas, para arrasar al mar que de reojo me mira

Pues con mi furia y mis mareas, el mundo conquistaría.

 

Desde Safranbolu y con destino a Sinop había muchos pueblos en medio que queríamos ver. El primero? Amasra… iba a ser nuestro primer contacto con el mar negro, así que nos levantamos pronto, demasiado pronto tal vez, para coger el primer minibús que salía desde Safranbolu hacia Amasra, patrimonio de la unesco, de la que nos separaban 15TRL y poco más de 2 horas de trayecto. La ruta, una vez más, nos enamoró, ya que la carretera serpenteaba entre verdes colinas con destino a un mar del que poco o nada sabíamos.

Una ciudad con dos bahías nos daba la bienvenida. Bahías acentuadas que daban la impresión que tarde o tempranos se comerían el paseo que las mantenía separadas. Dos medias lunas muy pronunciadas, salpicadas de rocas y acantilados agrestes y salvajes.

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Un paseo colorido, lleno de vegetación y rincones donde sentarse nos llevó hasta el pueblo. Las parejas se acurrucaban cobijadas bajo la sombra de las parras. Las flores y algunos restos arqueológicos de la ciudad que fue Amasra decoran el resto del paseo. Al llegar a la parte más ancha, unas animadas terrazas y un parque infantil hacen el resto. Allí, como parte del juego o la decoración, encontramos un ajedrez gigante al que curiosamente, no le faltaba ninguna pieza. Animados puestos callejeros, típicos de los pueblos costeros, guiaban nuestros pasos hasta la fortaleza genovesa, que coronaba las dos bahías conservando algo de la dignidad que debió tener antaño…

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Cruzamos sus puertas y subimos hasta la parte más alta… a pesar de que la subida, bajo el sol, no era muy placentera, las vistas bien compensaban el esfuerzo. Bajo nosotros se iba abriendo y dibujando la bahía en su totalidad, y el paisaje se transformaba en un espectáculo digno de ver. Un pequeño puesto de bebidas con unas sillas, aligeran el cansancio y dan al visitante un respiro en su subida. Al llegar arriba, sólo te queda admirar, respirar y retener en tu retina esas vistas.

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Volvimos abajo y al pasar la puerta, en vez de volver al paseo, decidimos subir las escaleras que habían para recorrer la muralla. En la muralla encontramos grabados muy interesantes. La muralla desemboca en la otra bahía, donde pudimos disfrutar de la playa y los chiringuitos pesqueros que ofrecían pescado fresco y a los visitantes.

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Nos quedaba un largo camino por delante hasta Sinop, así que después de recorrer sus calles y saborear sus olores, pusimos camino hacia nuestro próximo destino.

Despropósito del viaje:

Para llegar de Amasra a Sinop teníamos que coger 3 buses… 3!! Lo cual complicaba un poco la logísitca. En Sinop nos esperaban Sundus y sus amigas… El trayecto desde Amasra a Cide fue perfecto: preciosos paisajes serpenteando por la costa del mar negro. Al llegar a Cide, nos dirigimos a kastamanu… una ciudad industrial sin nada que ofrecer. Y al llegar allí sobre las 18h nos dijeron que no teníamos autobús a Sinop hasta el día siguiente…. Puff! Bajonazo y a pagar hotel en una ciudad que no nos gustó nada… A la mañana siguiente nos levantamos y pusimos rumbo a Sinop.

Sinop

Llegamos a Sinop… por fin! Y la ciudad no nos decepcionó! Nada más llegar, mientras nuestras anfitrionas preparaban la cena, salimos a recorrer su paseo marítimo. Curiosamente, ese día había un concurso de fotografía en Sinop. Un pueblo muy coqueto y animado, con una vida social muy activa, sobre todo durante el curso escolar.

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Al día siguiente, y ya que a Sundus y sus amigos les encantaba la fotografía, nos llevaron a un parque natural a las afueras de Sinop que es un lujo para verlo a través de un objetivo. Hamsilos Tabiat Parki. Fuimos en un dolmus público que nos costó 4TRL.

Las pequeñas bahías que lo componen están salpicadas de coquetos barcos que le imprimen un colorido y un ambiente muy diferente al que habíamos visto en el sur del país. Las familias, como ya habíamos visto antes, se reunían para hacer picnics. Una vez más, nos llamó la atención de que apenas había hombres. A pesar de ser una zona de ocio familiar, allí había una mescid (lugar de rezo que no llega a la consideración de mezquita). Paseamos e hicimos fotografías durante horas…

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De vuelta a Sinop, fuimos a visitar el pueblo. Primera parada?

La prisión de Sinop: Sinop Tarihi Cezaevi

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Tras dos meses viendo ruinas, iglesias, mezquitas, templos y demás edificios sagrados, ver una prisión antigua, tétrica y decadente simplemente nos encantó! La entrada son solo 5TRL y preparad mínimo 2 horas para la visita porque hay que recorrerla entera…

Cuando Sinop fue ocupado por los Selchuks, en 1214, el Sultán decidió añadir otra muralla más a la ciudad y construir 5 bastiones en Sinop para defenderla, el más alto de los cuales mide 22 metros de altura. Durante el siglo XVI, esos bastiones empezaron a ser usados como mazmorras. Allí se confinaron a cientos de personas. En 1640, Evliya Celebi, la describía con cierta exageración como “Los guardianes de la prisión son como dragones, y todos los prisioneros están atados por los brazos con cadenas de hierro. Los prisioneras están siempre alerta como dragones, nunca dejan a nadie escapar de ahí y ni siquiera dejan a los pájaros volar por encima de ellos, Dios lo prohíbe”

Durante la guerra de 1914 – 1918 en la cárcel se acumularon muchos asesinos que al escapar iniciaron bandas rebeldes. Así que después se rediseñaron las técnicas de vigilancia e hicieron que fuera imposible escapar de nuevo. A los prisioneros se les enseñaban artesanía, carpintería, imprenta o joyería. Después vendían los productos y se les pagaba por su trabajo. Pero sobre todo la idea principal era mantenerlos ocupados y que olvidaran el tiempo que tenían que estar ahí dentro y no intentaran escapar.

Solo con oir el nombre de la prisión de Sinop, los presos ya temblaban de miedo… escondida tras los muros de la ciudad, en el punto más al norte de Anatolia, con el mar negro azotando sus muros, la humedad se comía el aire y la enfermedad devoraba sus almas… y una vez enfermo, nunca encontraban la cura para los presos. Era el último lugar de exilio para asesinos salvajes y dicen, para poetas y escritores que querían ser aislados de la comunidad.

Estuvo en funcionamiento hasta 1997. En el año 2000 abrió finalmente sus puertas como museo al público y se empezaron a hacer dentro exposiciones de arte y demás exhibiciones.

Justo en la entrada lo primero que se encuentran son las antiguas mazmorras. Lúgubres y tenebrosas aun conservan los grilletes clavados en la pared. Por tener, tiene hasta el agujero en la roca que debía hacer las funciones de baño… por suerte para nuestros ya no tan delicados olfatos, está sellado con cemento. El olor a humedad y la ausencia de luz hacen que se te pongan los pelos de punta simplemente con imaginarte un minuto allí dentro con la puerta cerrada.

Subimos la escalera hacia la sala de visitas… no es mucho más consoladora. Salas pequeñas, con un cristal y un teléfono para hablar. Demasiado pequeñas y viejas… dan claustrofobia. Las recorrimos y salimos. Ahora sí, entrábamos en el recinto penitenciario.

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Un enorme patio dividido en varias secciones era la antesala para todos los edificios. Como no podía faltar, alambre de espino y torres de vigilancia lo decoraban. En el primer edifico, nos encontramos con varias habitaciones muy grandes donde dicen, se hacinaban los presos de 50 en 50. Dos retretes y una ducha para cada 200 presos hacen que no podamos evitar pensar en el olor que debía salir de aquellas salas. Nos sorprende que en cada edificio hay como una especie de cocina y un comedor.

En el edificio contiguo, encontramos una habitación amueblada. Se utilizó como escenario para rodar una película sobre una cárcel de mujeres… la decoración es alegre, quizás demasiado nos comentan. Las paredes están llenas de frases de Shakespeare y otros escritores…

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Más abajo, en el tercer edificio que entramos, estaban los talleres… allí trabajaban los presos de forma industrial. Las condiciones seguían siendo deplorables y el olor a humedad estaba cada vez más impregnado en el aire. El moho se colaba por las rendijas de las paredes y no quedaba en la cárcel aire limpio a pesar de tener, a día de hoy, todas las puertas abiertas.

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Llegamos a la zona de castigo de presos… casi había más celdas de aislamiento de las que habíamos visto como dormitorios. Pequeñas, donde a duras penas cabía un hombre estirado se componían simplemente de un agujero y sospechamos que de un futón o manta para dormir. Debían dormir y comer casi sobre el lugar donde hacían sus necesidades. De nuevo, cadenas en las paredes imprimen al lugar un aire tan tétrico y macabro que escalofría.

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Nos llamó la atención que no hubiera mezquita ni lugar para rezar… Tras los últimos patios, algunos de ellos ahora con césped y mesas de madera para las visitas, encontramos el hamman (baño turco)… No sabemos si los presos tenían derecho a usarlo o era solo para los empleados, pero nos sorprendió encontrarlo.

El castillo de Sinop

Otra visita obligada, es subir al castillo de Sinop. Es gratis y en la cima encontrareis una alegra cafetería donde vale la pena degustar un çay y admirar las vistas. La subida es muy agradable, y  está bien condicionada, se tarda poco en llegar arriba…

Se cree que los inmigrantes llegados desde Miletos en el s. 8th A.C construyeron una primera defensa fortificada en la ciudad cuando crearon la colonia de Sinop. Después fueron invadidos en varias ocasiones hasta la era Romana y Bizantina, en la que tanto las murallas como el castillo eran constantemente ampliados y reparados. Fue bajo el dominio de los Selchuks cuando se restauró por completo la muralla y se añadió una ciudadela para mejorar su protección. Durante la construcción, se utilizaron numerosos fragmentos tanto romanos como helenísticos de templos y edificios de los alrededores. 2 kilómetros de muralla con un ancho de 3 metros en su parte más delgada y de unos 30 metros en su parte más ancha. 6 Puertas menciona Evilya Celebi en su libro de viajes del s. XVII. Actualmente solo quedan 2 puertas, y el mar ha erosionado gran parte de la muralla norte, que es la que está en mejor estado y recuerda la magnífica apariencia que debió tener antaño.

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Paseando por sus calles

Son innumerables los edificios antiguos que se encuentran por sus calles… los encontramos completamente decorados porque celebraban otro de los muchos días nacionales que tiene Turquía… este, Ataturk se lo regaló a los jóvenes.

Perderse entre sus callejuelas y disfrutar de la brisa marina, degustar un té a la orilla del mar y ver sus barcos varados en los muelles completaron nuestra visita.

Mezquita

La siguiente parada, era más para descansar que para visitar…

Ayancik

Un pequeño pueblo pesquero que tiene todo lo que un viajero puede desear… Sinem nos daba la bienvenida a la que era su hogar temporal. Doctora recién licenciada, tenía que prestar servicio allí durante 2 años hasta que el gobierno le diera un mejor destino. “Aquí hay poco que hacer… pasear por el mar y relajarse” Y eso hicimos… saborear sus calles, sus casas antiguas, su plaza mayor llena de vida, sus arrecifes y sus coloridas fachadas… Ayancik es, para nosotros, un imperdible más en la lista y un regalo para los que viajamos despacio…

Quien quiere una ciudad teniendo estas vistas?

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