Bukhara… la ciudad sagrada de la seda
Si hay una ciudad con historia en la actual Uzbekistán, esa es Bukhara. 4 horas a través del desierto del Kyzyl Kum la separan de Khiva, esa coqueta y mágica ciudad amurallada que nos conquistó nada más llegar. Un desierto árido y desolador, que supone todo un reto para aquellos que deciden adentrarse en Uzbekistán en bicicleta… y es que la ruta de la seda no era verde que digamos… camellos y arena son los colores que todos recordamos cuando pensamos en Marco Polo y sus viajeros.
Una ciudad en eterna disputa, ya que basándose en la época Persa, la era Samanid, los tayikos la reclaman para sí… aunque los Uzbekos no tienen duda de que la ciudad les pertenece. Y por supuesto, la ciudadanía aquí no tiene nada que opinar.
Lo primero que nos encontramos al llegar a Bukhara fue la popular y concurrida plaza Lyabi-Hauz. Con un lago o piscina en el centro, es el lugar más refrescante de la zona donde refugiarse de las altas temperaturas que soporta la ciudad. Y es que en verano se pueden alcanzar los 45º sin problema… La piscina, rodeada de terrazas a precios bastante elevados tiene mucha vida, sobretodo de noche: cuando cae el sol, los lugareños asoman la cabeza y se dejan ver…
También hay 3 madrazas que dan a la plaza, aunque no en muy buen estado, una de ellas nos llamó poderosamente la atención, no porque fuera una gran obra de arte, pero en su fachada, como elemento decorativo hay dos pavos y lo que parece un sol con una cara… a nuestros ojos, una alegoría de Dios… o Allah, en este caso. Algo muy alejado de la doctrina de Mahoma que no permite la representación de “ojos” observando el lugar de culto, ni mucho menos algo que podría confundirse con Dios… algo similar volvimos a verlo en el Registon de Samarcanda, pero esta vez con dos tigres.
Desde la plaza recorrimos los bazares cubiertos que rebosaban artesanías de todo tipo… Si bien las muñecas y títeres son las más vistosas, me hubiera llevado con gusto alguno de los instrumentos musicales que vendían, hechos a mano, que por la naturaleza de nuestro viaje no fue posible comprar, pero que si alguien tiene la suerte de volar a casa desde Uzbekistán, se pueden adquirir por menos de 90€… Una lástima!
Perdiéndonos entre las callejuelas, bajo el sol abrasador de agosto que hacía que los adoquines de las calles hirvieran bajo nuestros pies, llegamos hasta el Minarete Kalon y la mezquita Po-i-Kalon… el lugar más emblemático de Bukhara. En aquella plaza, con aquél sol que derretía el alma, te sientes muy pequeño cuando ves los miles de años de historia que te rodean. Frente a frente, mirándose para la eternidad, están la Mezquita y la Madraza Mir-i- Arab.
El Minarete es sencillamente espectacular… Diseñado en 1127 por Baco, mide 47m de alto y toda la decoración de la parte superior está tallada a mano… Tiene casi mil años de vida, y sigue siendo una pieza ejemplar. Por desgracia, ya no cumple su función, pues en Uzbekistán está prohibido hacer el llamamiento a la oración desde las mezquitas. Esa musicalidad que el islam infiere a las ciudades, aquí está ausente… y en una ciudad tan santa, se echa de menos más de lo que uno puede imaginar… Es como ver una pista de esquí sin nieve, o una playa sin mar. Así que cerramos los ojos e imaginamos el bullicio de antaño y las prisas por cumplir con el rezo al sonar del Hassan.
Seguimos callejeando por Bukhara, sin conseguir cerrar la boca… maravillados por todo lo que veíamos. Aunque el Char Minar (4 Minaretes en lengua Farsi) más famoso está en India, poco tiene que envidiarle el de Bukhara… Con sus torres redondeadas y sus mosaicos asimétricos parece más un dibujo animado de si mismo que un edificio religioso.
Llegamos a la Madraza de Mirzo Ulugbek, nieto de Amir. Durante su reinado, en el s.XV mandó eregir 3 madrazas: una en Bukhara, una en Samarqand y una en Guidzhduvón A pesar de estar en muy mal estado de conservación, el patio de la Madraza es digno de ver…
Justo enfrente, y como ya es habitual en este tipo de arquitectura islámica, está la Madraza de Abdul Azizxon. Fue erigida por orden del aspirante a Khan que llevaba su nombre en el s.XVII. Era una forma de demostrar su poder y alzarse con el kanato por encima de sus competidores. Y no escatimó en gastos. Lo más destacable y que más nos gustó son las decoraciones de la bóveda… mosaicos de influencia china, en oro y azul con tonos naranjas como ya es habitual en la ciudad, están en un curioso buen estado comparado con el resto de los edificios. Durante el atardecer, hace que el edificio se incendie y regala un juego de colores muy especial para los que nos gusta hacer fotos.
Pero si hay algo especial en esta madraza, son sus interiores. En lo que sería el antiguo aula, aún se conserva la pintura mural y se replican los mosaicos de influencia oriental que ya habíamos visto fuera. Nos quedamos maravillados en esta plaza también, viendo como la historia se desafiaba a sí misma mirándose una a otra con 300 años de diferencia, pero la misma magia en ambas.
Seguimos caminado y llegamos hasta la fortaleza que conocen como Ark. Aunque es el edificio más antiguo de Bukhara, en pie desde el s.V, sólo se conserva una cuarta parte del recinto… es decir, tiene más ruinas que zonas que se puedan visitar. Debido al precio de la entrada, el cual nos pareció alto, decidimos investigar en blogs para ver si valía la pena entrar o no… y al final, decidimos que mejor invertíamos el dinero en entrar en otro sitio. Algo que otros viajeros nos dijeron más tarde que había sido un acierto, porque no había casi nada por ver dentro. (Ojo que están trabajando por restaurarlo y es muy probable que en el futuro sí que valga mucho la pena la visita)
En frente hay varios mausoleos, aunque el más importante es el de Somoni, de origen persa, el fundador de la dinastía Samanid, entre los siglos IX y X, y muy venerado en Tayikistán, dónde la moneda local, lleva su nombre… También encontramos una Mezquita, la Bolo-hauz que nos enamoró y cuya arquitectura y estilo veríamos replicados más adelante en los diferentes palacios y fortalezas que iríamos conociendo. Con un pórtico de madera tallada a mano y sus techos decorados en vivos colores, su entrada merece sentarse a saborear su arte al menos un rato… un lugar fresco dónde refugiarse del imperdonable calor del desierto que no nos dio tregua ni un minuto durante nuestro viaje.
Viajas a Bukara? Datos prácticos!
Alojamiento
Nos alojamos en el Hotel Arabom, por 20$ la noche al cambio de mercado negro. Habitación con baño privado, wifi y desayuno incluido en el centro histórico.
Transporte: Khiva – Urgench – 35km – 5.000 Soms
Urgench – Bukhara – 425km – 50.000 Soms
Bukhara – Qarshi – 165km – 25.000 Soms
Qarshi – Shakhrisabz – 105 km – 10.000 Soms
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Muchísimas gracias por la recomendación. La tendremos muy en cuenta 🙂
Saludos
Gracias a vuestros relatos me haceis sentir parte de vuestra experiencia.
Quiero felicitar al fotógrafo por la belleza de las imágenes que comparte con todos nosotros.