Oda a un tren

No recuerdo en qué momento fui consciente de que el tren era, sin lugar a dudas, mi medio de transporte preferido… Supongo que era pequeña cuando me di cuenta de que a través de las ventanas de un avión no se veía nada… El coche era aburrido, no te podías levantar y el autobús… bueno, supongo que tardé más en descubrirlo. Quizás es una mezcla de nostalgia genética ya que uno de mis bisabuelos era jefe de estación… quien sabe el porqué, lo que sí es cierto es que adoro el tren y todo lo que significa: me gustan sus historias, sus paisajes, sus ventanas, sus estaciones, quien se sube y quien se baja y la gente que conoces…

Así que podéis imaginar mi decepción cuando me dijeron que en Turquía no había tren. Que desde hacía dos años habían quitado casi todos los trenes y dejado algunos regionales, muy pocos y los alta velocidad como parte de la renovación del país. A pesar de que el tren, decían los blogs, era la forma más económica de moverse, ahora Turquía se mueve en autobús…

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Pero ahí estaba en Selçuk… una estación de tren. No una cualquiera, una de las estaciones de tren más bonita que he visto. Una terraza llena de jubilados jugando a un tipo de dominó y bebiendo çay cubierta con parras para dar sombra nos daba la bienvenida. Con el antiguo acueducto de Selçuk de fondo coronando la escena. Un edificio de piedra gris cuidada al más mínimo detalle nos esperaba. Su reloj en la pared, su campana dorada y su taquilla con rejas de hierro como marcan todos los cuentos. Y por supuesto, el jefe de estación ataviado con su gorra de plato, su pito y sus banderas de colores.

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Y lo mejor en un cartel… nuestro próximo destino, Denizli, escrito en la pared… el tren sería nuestro transporte. A partir de ese momento, Selçuk que me había parecido una de las ciudades menos atractivas que habíamos visto se convirtió en un lugar que merecía una segunda oportunidad…

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… Y es que a veces las primeras impresiones no son las correctas. Llegamos a una ciudad ávida de turistas, con la mentalidad de “están un día y se van”. Volvíamos a ser Sr. Euro. El trato, como suele ser común en los lugares turísticos, no era el mejor. Ni siquiera nuestro hotel estaba a la altura de lo esperado. No es que nos hayamos vuelto sibaritas de pronto, pero nos gusta que las camas tengan sábanas y la ducha no sea un agujero en el centro del baño. Minucias de cuando los mochileros nos ponemos glamurosos…

Volviendo a la ciudad, que era de lo que hablábamos, tras descubrir la estación de tren, (la cual fuimos a buscar para salir de allí corriendo), nuestro humor cambió y volvimos a salir a pasear. Descubrimos el acueducto romano que pasa por el centro de la ciudad. Unas ruinas bastante bien conservadas y que dibujaban una plaza muy bonita para pasear. Incluso nos dimos cuenta de que Selçuk huele a azahar… un viaje instantáneo a Sevilla que duraría todo el día.

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Una mezquita curiosa llamó nuestra atención. La mezquita de Isa Bey Camii. Nos recordó a lo que debió ser la mezquita de Sevilla… Nada más entrar, nos encontramos con un patio de naranjos que rodeaba la fuente donde lavarse antes de la oración. Nos gustó mucho ver dónde estaban las columnas del templo que faltaban en Efesos… rodeando el patio de los naranjos. La mezquita era más tosca que las que habíamos visto en Estambul o en el sur, y a su entrada tenía un lugar donde quitarse los zapatos ya dentro del edificio… algo que no habíamos visto hasta el momento y que es de agradecer, sobre todo cuando llueve.

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Tras visitar Efesos, que merece entrada aparte (aunque solo sea por el trabajón que nos costó conseguir fotos sin miles de turistas en medio), estábamos listos para partir. Nos dirigimos felices hacia la estación a coger nuestro tren a Denizli. El trayecto nos costó 15TYL contra las 35TYL que pedían por el autobús. Ais… si es que hasta su precio es atractivo.

El andén estaba en obras, así que hubo que hacer malabares y equilibrios para esperar el tren y que no nos viniéramos abajo o nos hicieran un sándwich entre dos vagones.

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Una vez en el tren, el viaje duró 3 maravillosas horas que compartimos con una pareja de mochileros de USA. Subía gente de todo tipo: artesanos con sus materiales para vender que se dirigían a un mercadillo local, estudiantes, abuelos con los nietos, hombres de negocio… los andenes eran un espectáculo constante. Hasta una familia con varias gallinas en jaulas! Cada estación me parecía más bonita que la anterior y el paisaje se iba dibujando sin mucho sobresalto… montañas y prados intercalados, todo salpicado de verde y animales pastando.

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PD: A petición del Sr. Ets añado que también está la basílica de San Juan la cual no pudimos visitar por el precio y las pocas ruinas que presentaba, un castillo, idem, se alquilan bicicletas a 20TYL al día (nos pareció caro en su momento… aunque después de estar en Goreme, suena a regalo) y supuso todo un reto para nuestro presupuesto, tanto que acabamos alimentándonos de Cig Kofte, una especie de paté de verduras muy picante, mezclado con limón y un vinagre de granada, que los jóvenes turcos adoran pero que pudo con nuestros estómagos.

Datos Útiles

Para consultar los trenes en Turquía, dirigios a la web del gobierno www.tcdd.gov.tr

El trayecto de Izmir a Selçuk en tren cuesta 5,5 TYL contra las 20TYL que cuesta el Bus

El trayecto de Selçuk a Denizli cuesta 15,75TYL contra los 35TYL que cuesta el Bus. Una vez en Denizli, el dolmus hasta Pamukkale cuesta 3,5TYL

La oficina de Turismo se encuentra Agora Caddesi, 35