Izmir (II): aprendiendo lo que es moderno, celebrando el día del niño y descubriendo el sistema educativo turco.

Como os anticipamos en el post anterior, Izmir fue la ciudad que menos nos gustó por su urbanismo pero que más impactó en nuestro descubrimiento de este fascinante país. Y es que en Izmir nos esperaban Ms E y su familia. Una familia moderna, vinculados ambos al mundo de la educación, aunque de diferente manera, que gustaba de las tradiciones turcas… de las de verdad. Ella de cerca de Estambul, él de la zona de Gaziantep, decidieron sentar base en Izmir porque era la ciudad más moderna de Turquía. Y es que moderna significa secular o lo que es lo mismo, “abierta de mente” o “sin prejuicios”. Eso es lo que ellos querían para su familia… una vida sin restricciones ni limitaciones impuestas desde fuera dónde cada uno pudiera ser quien quisiera ser. “Nosotros somos modernos, por eso hacemos couchsurfing”. Una familia ávida de intercambio cultural que quiere enriquecer la educación de su hija con costumbres diferentes a las suyas.

Era 23 de Abril… no sólo el día del patrón para varias naciones que conozco, incluida la mía, resulta que también es el día Nacional de Turquía o día de los niños porque dicen, Ataturk decidió regalar este día a los más pequeños. Cuenta la tradición, que en este día a un niño no se le puede negar nada, llegando a invitarles en bares o restaurantes a refrescos y dulces. La familia de Ms E se preparaba  para celebrarlo en el colegio de Miss I, su hija de 5 años, con una función muy especial en la que los niños se vestían con trajes tradicionales turcos y bailaban sus danzas más folklóricas.

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La otomana más guapa de Izmir.. y su madre!

Aprovechamos para visitar la escuela. Profesor por vocación en una escuela pública, Mr H. nos hizo de guía encantado. Nos mostró sus aulas… un aula de música bien ataviada de instrumentos y partituras. “Es una escuela privada”, nos comenta. En la pared, sobre la pizarra, llamó nuestra atención ver la foto de Ataturk, junto con la declaración de constitución del país y los derechos de los niños. Y es que en Turquía adoran a Ataturk… al menos en la Turquía que conocíamos hasta el momento.

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Murales que presiden todas las clases.

Nos contó cómo el gobierno había cambiado la ley de educación en los últimos dos años. Desde hace unos 3 años se permiten los pañuelos en las escuelas, tanto en alumnas como en profesoras. Algo que no gusta mucho a las familias modernas porque la profesora suele ser un referente indiscutible para los niños a según qué edades. “No se permite en la guardería” me comenta… “Increíble que hayan tenido que prohibirlo para niñas menores de 7 años” pensé para mis adentros. Ese es uno de los muchos motivos que impulsó a esta familia a sacrificarse para pagar a su hija una escuela privada. “Son muy caras en Turquía… El gobierno te da una ayuda si llevas a tus hijos al privado, para incentivarte, pero sólo el primer año… el segundo año es menos y el tercero ya es nada” nos comentan más adelante. ”Han cambiado incluso la estructura de los cursos y quieren dar mayor protagonismo a la religión. La educación pública cada día va a peor”.

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Aprendiendo el abecedario Turco!

Recorrimos sus pasillos… y visitamos las clases de primaria. Unas aulas preciosas y rebosantes de decoración para la fecha. Las banderas de Turquía se amontonaban en techos, pizarras y puertas, ya fuera en forma de banderín o en globos.

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Clase de Primaria

Volvimos al teatro dónde iba a celebrarse el festival. Apenas habían religiosos dentro, tan solo algunos abuelos que nos comentaron, era más por tradición que por religión. Y es que unas semanas más tarde descubrimos que había un tercer grupo en la escena social turca: los nacionalistas conservadores. Iba a sonar el himno… nunca creímos que viviríamos un momento tan patriótico. Ms E nos informó que debíamos apagar el móvil mientras sonaba. Lo dijo en un tono serio… debía ser muy importante. Al sonar el himno el teatro entero se puso en pie. Escuchaban en silencio hasta que la marcha dio lugar a una canción que todos cantaron con orgullo. Hasta los más pequeños mantuvieron la compostura. Y es que Ataturk y todos los símbolos nacionales de la Turquía actual representan los valores de la sociedad moderna y secular. Así que no es de extrañar que se aferren a esos signos, más ahora que parece que el país está cambiando. Como nos comentaron semanas después hablando con otro anfitrión, el pueblo turco no ha sido consciente de la necesidad de mantener la religión fuera del gobierno hasta hace diez años… ahora exigen y defienden la secularidad del gobierno.

Y empezó el festival. La clase de Miss I salió la primera y ella entre todos sus compañeros fue quien mejor lo hizo! De no haber conocido a sus padres, diría que corre sangre latina por sus venas por la gracia con la que se movía sobre el escenario.

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Bajo la atenta mirada de Ataturk, las diferentes clases fueron haciendo sus bailes.

Debido al interés que habíamos mostrado en las escuelas y en el sistema educativo Turco, nos llevaron a conocer una escuela pública… Vaya contraste. Era una escuela más gris, con poca decoración y espacios muy grandes. Todas las escuelas públicas vistas por fuera nos parecían iguales, pero es que por dentro eran también muy similares.  “Parecen soviéticas” nos comentan. Los niños celebran el festival en la calle y el volumen de religiosos que vemos entre el público es muchísimo más elevado…

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Pasillos de una escuela pública de Izmir

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Pasillo de una escuela pública de Izmir

En la puerta descubrimos otro gran regalo de Izmir. Unos dulces gratis que regalan a todo aquel que pasa. Ms E nos explicó que es tradición en la ciudad regalarlos, aunque no supimos averiguar quién pagaba esos dulces, porque allí trabajaban 2 personas haciéndolos y repartiéndolos. Y cómo no podía ser de otra manera, estaban sencillamente deliciosos!

El fin de semana estuvo acompañado de kebap típico de Gaziantep hecho en horno de leña, tortilla de patatas y arroz amarillo, de música en directo, además de muchas risas y mucha complicidad.

Simplemente Gracias!