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Alaverdi de las 100 cruces

Cruzamos la frontera entre Georgia y Armenia sin mucho estress… una mashrukta de esas que tan poco nos gustan nos lleva desde Tbilisi hasta Alaverdi, ya en Armenia, por 17GEL. Sólo 66 kilómetros nos separan de la frontera, pero se nos hacen eternos, como de costumbre… distancias cortas en metros eternas en tiempo. Una vez más, nos bajamos a la salida de Georgia, sellamos, y nos volvemos a bajar a la entrada de Armenia. El agente de la aduana nos recibe con una amplia sonrisa y un “Buenos días” en castellano… ya es oficial… estamos en Armenia! No sabemos si es por el cambio de país, porque brilla el sol o porque es viernes, pero estamos entusiasmados de estar aquí… volveremos a Georgia en unos días, supongo que por eso no nos apena dejarla atrás.

Hay que volver porque Armenia es pequeña, pero matona… con el equivalente en tierra a Galicia y poco más de 3 millones de habitantes tiene fronteras cerradas con Turquía y está en guerra con Azerbaiyán. Así que si Georgia hace de puente entre esos dos países… Por eso sabemos que volveremos pronto, aunque sólo sea por una noche.

Llegamos a Alaverdi y lo primero que nos llama la atención fue que no había gente pidiendo por la calle y que nos bajamos en el centro del pueblo con las mochilas y no vinieron corriendo a ofrecernos habitación. Tampoco los taxistas se nos abalanzaron ofreciéndonos mil tours… nada. La gente nos miraba con expectación, nos sonreía y nos saludaba efusivamente. Todo “hola” por nuestra parte iba seguido por un saludo entusiasta por la suya. Habíamos visto un hotel de camino a la plaza del pueblo y hacia allí nos dirigimos… lo que no creímos es que habíamos llegado al hotel más espeluznante en el que habíamos dormido hasta el momento.

Lugares que te quitan el sueño… y dónde duermes de lujo.

Asomándose a un río poco atractivo y con vistas a una antigua fábrica de la URSS reconvertida hoy en fábrica de cobre, el hotel no daba señales de haber tenido encanto nunca. Unas 10 habitaciones en la segunda planta, todas ellas con baño compartido y la mitad con ventanas nuevas y vistas a la fábrica o viejas y vistas a la montaña. Tenían 3 habitaciones disponibles, el resto vacías pero no aptas para su alquiler y solo una ocupada aunque por un miembro del staff. Estábamos solos. De las tres opciones que teníamos para elegir, una era triple y nos querían cobrar más… descartada. Otra tenía vistas a la montaña pero la cama era una tabla de madera sin colchón… un finísimo futón sobre la tabla “ablandaba” ligeramente la situación. Como ya habíamos dormido en camas de esas, o pseudocamas mejor dicho, en Georgia la descartamos. Quedaba la tercera, la cual, no tenía luz… pero tenía colchón y vistas la fábrica abandonada. Ahí íbamos a pasar la noche, lejos del centro, en una habitación sin luz, sin clientes, en medio de la nada con vistas a un edificio tan espeluznante que despertó toda nuestra imaginación y no para bien… Pero tiene encanto! Es de esos hoteles que cuando te levantas por la mañana y ves que estás sano y salvo, después de dar gracias por seguir vivo, concluyes que no lo vas a olvidar nunca… y eso es genial! Así que os recomendamos ese “hotel con encanto” por el módico precio de 8.000AM que son unos 15€ al cambio.

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Momento monasterios… las 4 joyas de Alaverdi!

Nos dirigimos al centro del pueblo a buscar un taxista que nos llevase a ver el Monasterio de Sanani, el más famoso de la zona y el más recomendado por la Lonely Planet. Al final, entre regateos y conversaciones acordamos que nos llevarían a ver los 4 Monasterios por 3.000AM (Unos 5,75€).

Ojo porque al terminar la ruta nos intentó cobrar más… pedid siempre que os lo escriban en un papel para estar seguros de que después no hay sorpresas. Obvio no pagamos ni un Dram de más de lo pactado.

Monasterio de Haghpat

No sé si es porque fue el primero y el primero es el que más te marca, pero me encantó… Llegamos a él subiendo una cuesta bastante empinada. Ya de lejos se divisaba su silueta imponente. No están restaurados como en Georgia ni son nuevos… están viejos y destartalados, pero tienen alma e historia. Mucha historia. Patrimonio de la Unesco al igual que el famoso Monasterio de Sanani. Es negro y tosco, muy tosco… Sobretodo llama la atención su disposición caótica sin un orden aparente. Hay bastantes paneles informativos para poder leer un poco la historia del Monasterio y sus orígenes. En su interior se sigue conservando una iglesia dónde la gente enciende algunas velas a modo de donativo. Fuera del monasterio hay un café y un puesto de souvenirs.

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Monasterio de Akhtala

Para llegar a él pasamos por unas minas de cobalto y un pueblo que vivía de ellas… antes de su cierre. Los niños se arremolinan delante del Monasterio con piedras y diferentes souvenirs hechos por ellos para intentar vendérselas a los turistas… es un entretenimiento de verano. La verdad es que cuando les dices que no tienes drams (sólo llevábamos billetes grandes que nos había dado el cajero) te decían que no pasaba nada que te la regalaban.

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Cruzamos sus puertas y ahí estaba, el monasterio de Akhtala con su iglesia en perfecto estado. Estamos de suerte porque el cura ha ido a abrirla para otros dos viajeros franceses que estaban allí y pudimos verla por dentro. Impresionante, son cientos los frescos que se esconden en su interior. Nos recordó muchísimo al Monasterio de Sumela, como debió ser antes de que los vándalos rallaran su exterior y destruyeran parte de su interior. Igual que el anterior Monasterio que habíamos visto, no estaba restaurado, simplemente reforzada su estructura y su cúpula central… no hay presupuesto para religión, nos comentan. Lo primero son las personas, Dios puede esperar. Encendemos una vela… se merece una aportación por pequeña que sea para ayudar a su conservación.

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Iglesia de Odzug

Si los dos monasterios anteriores nos habían impresionado, esta iglesia no iba a ser menos… Aunque por motivos diferentes. Tenía una energía que no habíamos visto hasta el momento… quizás porque la encontramos llena de gente joven dentro escuchando a los sacerdotes, sentados en sus bancos de madera y riendo cada pocas frases… el sacerdote hablaba feliz y bromeaba con ellos. La iglesia se veía más nueva que los monasterio, restaurada al menos lo que el ojo humano ve… porque al mirar tras una columnata, bueno… ahí faltaba un poco de chapa y pintura.

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Pero lo que más nos gustó estaba fuera… un grupo de chavales jugaban al fútbol en los jardines de la iglesia… Reían y peleaban el balón con todas sus fuerzas. Un grupo de ancianos los observaban mientras hablaban entre ellos… Parecía que estaban arreglando el mundo. Llevábamos 3 semanas sin ver escenas como esta, tan cotidianas para nosotros pero tan ajenas en Georgia… Los ancianos se afanan en vender fruta o pedir dinero por las calles. “Aquí se vive bien” pensé para mis adentros… “Bueno, al menos se vive”.

Ojo porque en la puerta de este monasterio hay un café llevado por una mujer dónde nos cobraron 1€ por un té… lo que es un robo en Armenia. No están acostumbrados a los turistas y en cuánto ven uno intentan sacarle el dinero como sea.

Monasterio de Sanahin

Si bien es el más popular como ya hemos dicho y el más buscado por los viajeros a nosotros no es el que más nos gustó… aunque eso no quiere decir que no nos gustara. Al contrario, nos encantó, pero diremos que es nuestro menos favorito. Es un conjunto impresionante que al igual que el Monasterio de Haghpat Es patrimonio de la Unesco. Están restaurando una de las Iglesias y no se puede visitar, aun así el conjunto es espectacular. Quizás porque ya atardecía cuando llegamos, pero la luz en el interior fue la más especial de las 4… Un nido de abejas nos ahuyentó sin hacer todas las fotos que quería, pero… ellas eran más que nosotros y estaban armadas!

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Los khachkars

Son unas cruces esculpidas en piedra que forman parte de la simbología religiosa y cultural del país. Eran ofrendas que las familias hacían a los monasterios e iglesias para conmemorar actos importantes, honrar a sus difuntos o celebrar la vida… No hay dos cruces iguales porque se esculpían a mano sobre piedra caliza, un arte que ha llegado hasta nuestros días aunque está en peligro de extinción.

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Terminamos el día acercándonos al teleférico que nos había llamado la atención desde nuestra llegada al pueblo… conectaba la parte alta de Alaverdi con la parte baja. Es gratis para los locales, pero los turistas tienen que pagar y da muuuuucho miedo… casi tanto o más que el hotel donde nos estábamos alojando. Así que por el bien del presupuesto, nuestra salud física y la salud mental de nuestras madres, decidimos no montarnos… (mamás, esperamos que estéis muy orgullosas de nosotros de que por una vez, y sin que sirva de precedente, imperó la cordura sobre las ganas de aventura!)

Teleferico

Aquella noche fuimos a cenar a un restaurante en la carretera que estaba de lujo… por 3.500AM por cabeza, fuera de nuestro presupuesto del día, comimos varias ensaladas y un bistec de ternera con patatas… exquisito! Lo único complicado fue llegar hasta allí… desde nuestro hotel del terror hasta el restaurante habían 15minutos andando por una carretera con un total de 0 farolas a nuestro paso, varios agujeros en el asfalto que daban al acantilado y demasiados coches a una velocidad poco recomendable… pero llegamos, comimos y nos chupamos los dedos! Luego hubo que hacer dieta en Yerevan para recuperar el presupuesto, pero eso… es otra historia!