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Aviso al lector: tras revisar casi 2000 fotos de esa semana en Samarcanda, confieso que se me ha ido la mano seleccionando fotos para esta entrada, pero qué esperabais? Es todo taaaan bonito…

No recuerdas cuándo fue la primera vez que oíste hablar de ella, de la mágica Samarcanda… Ni tampoco eres capaz de recordar qué es lo que te llamó la atención… Creo que el hecho de que sonara a lejana, a inalcanzable… a mística tal vez. Estaba ahí, en tus libros de historia e incluso en un libro infantil que hablaba de un tal Marco Polo y sus aventuras. Siempre presente, con un nombre muy fácil de recordar… Samarcanda. Tiene gancho, suena imponente y grande. Hasta Alejandro Magno cayó rendido ante su belleza…

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Y de pronto ahí estás… A punto de llegar a esa ciudad. Todo tu viaje, cada paso que has dado te ha acercado un poco más a ese destino. Estás a punto de entrar en la Joya de la Ruta de la seda y por primera vez sientes miedo. Miedo de que te decepcione, temor a que no sea lo que esperabas… Ya te ha pasado antes, cuanto más esperas para llegar a un sitio, mayor el riesgo de que no cumpla nuestras expectativas.

Y sucede… llegamos y está CERRADOel Registán está cerrado! Planeabas quedarte 3 días en Samarcanda y justo esos 3 días está cerrado por el Festival de Música… Maldices, reniegas, lloras y pataleas como un niño porque no puedes creerte la “mala suerte” que estás teniendo… y lo pongo entre comillas porque después se convirtió en una bendición.

Armados de mala leche y dispuestos a hacer que el desierto se tragara el festival con tal de ver el Registán, nos fuimos a buscar a la organización… Edificio tras edificio conseguimos averiguar muchas cosas: la primera, y más importante, cuándo terminaba el Festival… la segunda y un regalo del cielo, que entrar en el festival para los extranjeros era gratis y que podíamos ver la plaza por las mañanas si queríamos.

Así que decidimos asistir al festival, por supuesto!! Y alargar nuestra estancia en Samarcanda para poder ver el Registán con y sin escenario… y disfrutar de esa mágica ciudad que no dejaba de asombrarnos. Como ya os contamos en la entrada dedicada al Evento, (podéis leerla aquí) fue mágico disfrutar de semejante escenario decorado con luces de colores y música folklórica tradicional de remotos lugares del mundo. Pero debíamos esperar para entrar sin su escenario… y Samarcanda tiene mucho más que ofrecer.

Dado los precios de las entradas en todo Uzbekistán, preguntamos a unos viajeros qué era lo que más les había gustado… Así llegamos a la avenida de los mausoleos: Shah-i-Zinda. La tumba del rey viviente. Cuenta la leyenda que Qusam Ibn Abbas, un primo de Mahoma que llevó el Islam hasta Samarcanda, fue decapitado mientras rezaba… por un milagro, sostuvo su cabeza sobre sus manos y descendió a un pozo dónde dicen, sigue viviendo. Y a raíz de ahí, para estar cerca del Rey, empezaron a enterrarse aquí personalidades de la ciudad, desde la madre del Emir Hussain a astrónomos o maestros.

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Pero para nosotros Shah-i-Zinda no es sólo una tumba… es uno de los monumentos más bonitos que hemos visto. De un azul radiante, sus baldosas y mosaicos son de las más espectaculares que hayamos podido admirar (a día de hoy)… Os dejo con unas cuántas fotos para que juzguéis por vosotros mismos… (ya os avisé que se me ha ido la mano)

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Volviendo de la avenida de los Mausoleos, pasamos por la Bibi Khanum, una mezquita con un aire muy femenino, ya que dicen fue construida por una mujer… El precio nos pareció un poco elevado, así que la disfrutamos por fuera y sobretodo nos recreamos en los grabados de su puerta de madera…

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Salimos mucho a pasear… cada día, nos íbamos integrando más y más en una ciudad que nos enamoró desde el primer momento… Y entre paseo y paseo, nos encontramos con una iglesia cristiana. Los que me conocen saben lo mucho que me gustan arquitectónicamente las iglesias. Sobre todo cuando las encuentro en países musulmanes. Conservan algo de la esencia original que toda iglesia debería tener. Creo que el hecho de estar en minoría hace que brillen con más fuerza. Quizás no os parezca nada del otro mundo, pero la luz en ella le daba un aspecto muy mágico y sosegado…

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Y por fin llegó el gran día! Hechos un manojo de nervios nos dirigimos a ver el Registán de cerca… ya lo habíamos visto de noche, de concierto, de lejos, por detrás y delante… por aun no de cerca. Y ahí estábamos… en la plaza del Registán!

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Registan, que significa lugar de arena, es el enclave que definió las reglas de la arquitectura medieval islámica. Está compuesto por 3 grandes Madrazas que rodean una gran plaza.

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La primera Madraza (a la izquierda) es del año 1420 y es la Madraza de Ulugh Beg, nieto de Amir Timur. Contiene mosaicos con temas astronómicos y en cuya construcción intervino el astrónomo Kazi Zade Roumi, quien está enterrado en la avenida de los mausoleos. No sólo era un lugar de enseñanza y escuela, si no también un lugar de comercio.

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Al entrar dentro, como pasaría en las otras dos, encontramos una plaza con varios puestos montados de venta de souvenirs y artesanías… Dentro hay una exposición en honor a Ulugh Beg.

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Justo enfrente encontramos la Madraza Sherdar, la cual se terminó en el año 1636 y se construyó como un reflejo exacto de la Madraza Ulugh Beg, salvo por los dos tigres rugientes que hay en su portada y que no estaban permitidos en aquél momento por las normas del Islam. “No se puede recrear la obra de Dios”.

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Los detalles de su cúpula y sus minarets te obligan a mirar al cielo hasta dolerte el cuello y fotografiarlo y fotografiarlo tantas veces como el dedo te permite apretar el botón. Es sencillamente preciosa su fachada y todos los detalles de sus paredes

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Y por fin entramos en la Madraza Tilla-Kari, en el medio. Del año 1660 es la más discreta en su exterior pero la más fascinante en su interior. Con un agradable patio, tiene una mezquita completamente decorada en oro y azules que convierte este espacio en uno de nuestros favoritos…

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Visitar Samarcanda no es sólo visitar madrazas o mezquitas, es pasear por la historia, es caminar por el tiempo, es saborear con los 5 sentidos el arte más auténtico y medieval que hay a día de hoy en Asia Central… es dejarse sorprender por los detalles y maravillarse con cada mosaico.