3 Razones y media para ir a Bursa

Tras abandonar la convulsa Estambul, nos desplazamos hasta Bursa, una de las ciudades más grandes de Turquía, aunque con un innegable encanto en su parte histórica, y es que Bursa fue, en su día, capital del imperio Otomano.

Nos alojamos en casa de Baris y Ahmet en la zona universitaria… Gente joven, fast food y sin mezquitas (o al menos no vimos ni oímos ninguna). Terrazas amplias donde tomar çay y jugar al backgammon. Fue en Bursa donde el Sr. Ets aprendió a jugar a lo que aquí se llaman “Tablas”. Una zona, Görükle, ubicada a unos 25 minutos del centro de Bursa, suficiente para ser un oasis de modernidad.

Y con esa primera impresión, de modernidad y laicismo, nos dirigimos al centro de la ciudad, sin saber qué esperar… y nos conquistó tanto como nos impactó.

Primera Razón (y media): su mercado nobazar y el Iskandar Kebap

Bursa es, sin duda, una ciudad bien conservada. Comparada con su hermana mayor, Estambul, Bursa tiene otro tipo de encanto. Su centro histórico es un gran centro comercial, cuidado al mínimo detalle. Su limpieza y orden urbanístico nos impiden llamarle Bazar… tiendas grandes, bien presentadas, y tenderos no muy dados a la venta activa: nadie nos acosó.

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Cubiertas sus calles parcialmente por un techo nuevo, en algunos puntos encontramos lo que debió ser el bazar antiguo. En esa sección y casi en exclusiva se encuentran las joyerías. Pequeñas fuentes decoradas se salpican entre las tiendas, a juego con los escaparates que las rodean. En la parte más antigua, como es de costumbre, vale la pena admirar sus techos…

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Allí degustamos el Iskandar Kebap el cual a pesar de ser de esa zona, lo puedes encontrar por toda Turquía… y es delicioso!

Segundo: sus plazas

Escondidas entre las calles del nobazar encontramos varias plazas… con una fuente para lavarse antes de rezar justo en el centro, eran bulliciosas y vivas terrazas donde el çay corría a raudales. Una de ellas la encontramos justo al lado de la Gran Mezquita y la otra callejeando un poco. Si hay una palabra que describe Bursa sería Fuente… variadas, originales, bien conservadas y distribuidas por todo el casco antiguo le dan un aire fresco y armonioso a la ciudad.

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Tercero: La Gran Mezquita

… Mudos… así nos dejó cuando entramos. A pesar de haber visitado ya decenas de mezquitas nos dejó sin palabras. No podíamos más que mirar y suspirar… al entrar nos quedamos helados por lo especial y diferente que era, pero… nuestro asombro venía de antes… empezó casi al llegar a Bursa.

Era viernes… mal día para visitar mezquitas pensamos. Y qué errados estábamos. Nada más llegar a la Gran Mezquita nos fascinaron sus dos fuentes… simétricas y con una fuente en el centro, entre ellas. De mármol blanco y grifos dorados eran mucho más llamativas de las que habíamos visto hasta entonces.

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Y empezó a llegar gente. Faltaba casi una hora para que llamaran a la oración pero ya no dejaban entrar a nadie. Sacaron alfombras a la calle, las mujeres se agolpaban alrededor de las fuentes, en el suelo, con sus cuadernos de oración y sus hijos en las faldas. Los hombre pillaban sitio en primera fila… contra la fachada. Dentro ya no cabía ni un alfiler. Decidimos ir a ver cómo estaba la otra mezquita que había cerca… una pequeña y humilde. Y estaba igual. La gente se alineaba paralela a las vías del tranvía y dejaban el espacio justo para que pudieran pasar. Y empezó el rezo. Como siempre, hombro con hombro y con una coordinación impecable. Creo sinceramente que nunca había visto a tanta gente rezar junta.

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Más de dos horas duró la oración, cuando terminó una mujer repartía rosas entre las musulmanas que habían ido a rezar. Eufóricas se agolpaban alrededor de la caja donde las guardaban y se llevaban más de una y más dos… Una mujer que me vio mirando se me acercó y me dijo algo que por desgracia no pude entender. Aunque no necesitaba entender sus palabras… su voz y gesto estaban llenos de buenas intenciones. Me regaló su rosa.

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Y ahí, con el asombro de haber visto a miles de personas rezando en la calle y mi rosa en las manos, entré en la Mezquita…

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… No me dan las palabras para describirla, ni las fotos para mostrárosla… Lo primero que llama tu atención al entrar es la gran fuente de mármol que hay justo en el centro… con librerías a los lados donde los religiosos leen y grandes sellos de todos los sultanes del imperio que ha habido a lo largo de los tiempos… No hay barrera para los infieles… por primera vez, podemos caminar libremente por todo el espacio.

… Pero es la fuente la que te engancha, la que rompe el espacio, erguida orgullosa en el centro invade todos tus sentidos: no hay silencio sepulcral porque su agua corre… no puedes obviarla. Está ahí, es la protagonista y lo sabe. Una claraboya de cristal la corona para dejar que sea la luz natural quien la ilumine. No podía ser de otra forma.

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Y es que cuando a una fuente que estaba predestinada a estar relegada a un segundo plano, a la intemperie y carente de protagonismo le construyen una mezquita entera para ella, es normal que se crea el centro de atención.

Tres razones poderosas para ir a Bursa… aunque sea en excursión de un día desde Estambul, vale la pena.

Cómo llegar a Bursa?

Aunque en todas las guías y puntos de información te recomiendan desplazarte en Bus por Turquía, gracias al consejo de Baris, fuimos a Bursa en Ferry desde Kabatas, porque era más rápido y económico. Tardamos 1h 40min (en vez de las 3 horas que tarda el autobús) y nos costó 22TLY (Abr.2015)